Oposición en contra de un país seguro y sueñan con liberar a los pandilleros



Desde el inicio de la implementación del Régimen de Excepción, algunos miembros de la oposición en El Salvador han mostrado su rechazo a una de las estrategias más exitosas en la historia del país para combatir la delincuencia. Han votado en contra de cada renovación del régimen, sin reconocer los logros obtenidos, como la reducción de homicidios a niveles históricos.

El Presidente Nayib Bukele ha liderado una estrategia que ha devuelto la paz a las calles salvadoreñas, logrando una reducción de la delincuencia superior al 90%. Sin embargo, la oposición, en lugar de respaldar los avances en seguridad, ha optado por criticar constantemente estas medidas.


¿Liberar "inocentes" o regresar el país al pasado?

Entre los discursos de algunos opositores, como el de Claudia Ortiz y Cesia Rivas, ha surgido la idea de que las cárceles están llenas de "inocentes". Lo que no mencionan es que, con estos "inocentes" presos, el país ha experimentado uno de los cambios más drásticos en seguridad pública.

Los números no mienten:

  • Tasa de homicidios más baja en la historia de El Salvador.
  • Comunidades que eran controladas por pandillas ahora son lugares seguros.
  • Más del 90% de la delincuencia eliminada.

A pesar de esto, ciertos sectores de la oposición parecen priorizar agendas que, según muchos salvadoreños, representan un peligro de retroceder al pasado violento del país.


La realidad detrás del Régimen de Excepción

El Régimen de Excepción ha permitido la captura de miles de criminales que por años sembraron el terror en el país. Gracias a estas acciones, El Salvador se ha consolidado como uno de los países más seguros del hemisferio occidental.

La pregunta que muchos se hacen es:
¿Por qué algunos políticos siguen sin reconocer estos logros?
El apoyo al régimen no debería ser una cuestión partidaria, sino un compromiso con la seguridad de los salvadoreños.


La seguridad del país está en juego

La postura de ciertos sectores opositores no solo ignora los resultados del régimen, sino que pone en riesgo el avance de un país que está dejando atrás décadas de violencia. Los salvadoreños ya no quieren regresar al pasado.

Es momento de que los líderes políticos comprendan que la seguridad no tiene colores ni banderas. El Salvador ha demostrado que el cambio es posible, pero el camino hacia un futuro seguro requiere unidad, no críticas destructivas.




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