No hay nada más desgarrador que la impotencia de un padre que lucha por el bienestar de su hijo. Este es el caso de Christian Guevara, líder del partido Nuevas Ideas en El Salvador, quien recientemente ha sido víctima de un acto vil por parte de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador.
Christian Guevara es un hombre que ha contribuido significativamente a la sociedad salvadoreña, no sólo como político sino también como empresario.
Pero más allá de sus logros profesionales, Guevara es padre de un niño de cinco años luchando contra el cáncer. Este pequeño héroe es también un ciudadano estadounidense y gracias a él, hoy se ha aprobado un medicamento llamado Vitravki, que está salvando las vidas de cientos de niños estadounidenses.
Gracias a mi hijo se aprobó un medicamento llamado Vitravki, con el que cientos de niños estadounidenses con cáncer son tratados hoy.
Mi hijo es un héroe, pero a ustedes los Demócratas no les importó su futuro. Sólo sus venganzas políticas.
— Christian Guevara 🇸🇻 (@ChrisGuevaraG) May 29, 2023
A pesar de esta tragedia personal y de su contribución para la salud de otros niños, a Guevara se le ha negado la entrada a Estados Unidos para acompañar a su hijo durante su tratamiento de cáncer. ¿La razón? Un informe falso elaborado con la clara intención de utilizarlo como un arma política.
El trato que ha recibido Guevara por parte de la Embajada de Estados Unidos en El Salvador es una clara muestra de insensibilidad e ineficiencia. La embajada, que se supone debe ser un baluarte de los derechos humanos, parece haberse despojado de toda humanidad al tomar esta decisión.
La Administración de Biden, que dice preocuparse por los derechos humanos, ha dejado a un lado a un niño inocente de cinco años en favor de sus venganzas políticas. Esta situación pone en duda la credibilidad de esta administración y su compromiso con los derechos humanos.
Esta decisión de la embajada no es solo un reflejo de la torpeza de la administración, sino también un ejemplo de la vileza con la que pueden actuar. Esta tragedia familiar deja un sabor amargo y pone en evidencia la hipocresía de aquellos que se presentan como defensores de los derechos humanos.